El hombre por naturaleza está más inclinado en hacer el mal que el bien, por eso Dios se enojó con la antigua ciudad, porque todos se habían corrompido, y pocos hombres tenían un corazón conforme a Dios.

Es necesario reconocer que estamos necesitados, no podemos mentir, ni fingir algo que no somos, Dios busca un corazón transparente, sincero, que admita que ha pecado, que reconozca que solo Él es Justo y perfecto, y que nosotros necesitamos ser transformados, renovados en Cristo.

Pablo sabía que no era perfecto, pero luchaba por alcanzar esa perfección en Cristo.

No vivas una religión de apariencias, vive una relación que vivifique, para que puedas renunciar a toda obra de las tinieblas, y tener la humildad de reconocer «Me equivoqué» reconociendo que  en Jesús hay perdón, que solo Él quita velos, para poder tener un verdadero arrepentimiento y acercarnos cada día al Padre.

Cita:

«Si confesamos nuestros pecados, Dios es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de todo mal. Pero si decimos que no hemos pecado, lo hacemos parecer mentiroso, y su palabra no está en nosotros»

1 Juan 1:9-10.